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martes, 5 de agosto de 2014

Capacitación: Hábitos para el cambio

Hábitos para el cambio

Hábitos para el cambioDefine Stephen Covey, a los hábitos, como factores poderosos en nuestras vidas. Son una intersección de conocimiento, capacidad y deseo. El conocimiento es el paradigma teórico, el qué hacer y el por qué, la capacidad es el cómo hacer. Y el deseo es la motivación, el querer hacer. Para convertir algo en un hábito de nuestra vida, necesitamos esos tres elementos.
Cuando crecemos y nos desarrollamos, adquirimos unos hábitos o costumbres arraigados en nuestro entorno más inmediato. Creencias que, en muchos casos, nunca han sido revisadas y que se cumplen porque si.
Ya en nuestra madurez mental o emocional, juegan tres factores que marcan cómo los hábitos adquiridos actuan en relación a nosotros mismos (independencia), a lo que esperamos de los demás (dependencia) y a lo que nos lleva a colaborar (interdependencia).
Las personas dependientes necesitan de los otros para conseguir lo que quieren. Las personas independientes consiguen lo que quieren gracias a su propio esfuerzo. Las personas interdependientes combinan sus esfuerzos con los esfuerzos de otros para lograr un éxito mayor.
¿Dónde te encuentras? Si hay confusión en todo esto, pregúntate si no es hora de revisar tus hábitos. No tengas miedo. Te lo agradeceras. Te lo agradecerán.
Por Sebas Morelli Jaimez
Publicado en: http://sebasmorellijaimez.com/

jueves, 20 de febrero de 2014

20 hábitos improductivos que debes dejar de lado


César Duarte
By , February 18th, 2014
¿Sientes que todos a tu alrededor están consiguiendo hacer cosas mientras que tú… no? Es probable que tengas uno (o varios) hábitos improductivos que no te están ayudando. A continuación se muestra un resumen de 20 hábitos improductivos comunes que debes dejar de lado:
20 hábitos improductivos que debes dejar de lado
1. Permitir distracciones
Las distracciones son cosas que todos enfrentamos, pero no hay ninguna ley que diga que debes atenderlas. Sólo porque alguien te llama, te manda mensajes de texto o llama a tu puerta no significa que tengas que dejar lo que estás haciendo en ese momento. Puedes antenderlos en tu próximo descanso.
2. No fijar metas
Hasta que no conviertas lo que quieres concretar en metas alcanzables, es muy probable que te mantengas en una vaga generalización en la que caerás de tanto en tanto.
3. Proponerte muchas metas
Por otro lado, no debes establecerte demasiadas metas que al final no serás capaz de enfocarte una suficiente cantidad de tiempo para ellas. La calidad siempre ganará sobre la cantidad.
4. Procrastinar
Mientras más vueltas le des a hacer algo, menos ganas vas a tener de hacerlo. El alivio que se siente una vez que se ha culminado lo que tenías que hacer bien vale la pena la tortura temporal.
5. Ver demasiada televisión
Si sientes que estás más conectado con los personajes de tus programas de TV que con tus amigos de verdad, podría ser el momento de cambiar un poco las cosas.
6. Saltarte el desayuno/almuerzo/cena
Hay días en que estás tan metido en lo que haces que se te puede olvidar comer. Sin una nutrición adecuada enviarás a tus glándulas suprarrenales a toda marcha, situación que agota tu energía y finalmente te conduce al agotamiento.
7. El gasto imprudente
Cuando tus finanzas están en desorden, no puedes estar tranquilo. Mantener tus finanzas de manera organizada debe ser tan prioritario como tu salud.
8. Dejarlo todo por otras personas
Tú estás en control completo de tu vida. Respeta tu tiempo. Es tu commodity más valioso.
9. No anotar nada
Anotar las cosas te ayuda a recordar lo que necesitas (y quieres) llevar a cabo. Además, es la mejor manera de mantener tu mente clara para centrarte en lo que estás haciendo en el momento.
10. No tener una estructura
No es necesario que establezcas una agenda rígida para ti mismo, crear una rutina general para las mañanas y para las tardes te dará pilares creativos para que puedas tomar más riesgos durante el día.
11. No tomar descansos
Tu mente y tu cuerpo necesitan la oportunidad de descansar, por breve que sea. Cuando comienzas a sentirte inquieto, toma un pequeño respiro para reorganizarte en vez de agotarte completamente.
12. Ser multitarea (multitasking)
Los estudios demuestran que dividir tu enfoque conduce a una menor calidad del trabajo y además, un montón de estrés mental. Hacer una cosa a la vez no solo no te desgasta, sino que te da un mayor sentido de logro.
13. Hacer tiempo para tareas personales
¿Cuál es el punto de trabajar duro si no estás cosechando los frutos en tu vida personal? Durante tus momentos más ocupados, por lo menos asegúrante de ocuparte como mínimo de pagar las cuentas, lavar los platos, lavar la ropa, para que tu casa no represente tu nivel de estrés.
14. Comprometerse de más
La ambición o la emoción pueden obtener muy fácilmente lo mejor de ti, causándote hacerte decir ¡Sí! a cada idea lanzada contra ti. En lugar di “me pondré en contacto contigo”. Esto te dará tiempo para mirar por encima de tus obligaciones para ver si realmente tienes tiempo.
15. Tratar de ser perfecto
El unicornio temido: la perfección. Sabemos que no existe, sin embargo, todavía agonizamos sobre cada pequeño detalle, una perdida de tiempo que debería ser empleado para tareas más importantes. Realmente deberíamos detenerla.
16. Evitar decisiones
Las decisiones difíciles son… difíciles. Pero si no las tomas, alguien o algo las tomará por ti.
17. Consumir información innecesaria
El desorden mental es más abrumador que el desorden físico. Aprende el poder del uno: un correo electrónico, una cuenta corriente, una cuenta bancaria. Retírate de todas las listas de correo en las que estás suscrito para que puedas enfocarte en lo que realmente es importante.
18. Descuidar tu salud
Tu ambición es inútil cuando estás agotado. Come alimentos saludables, haz ejercicio regularmente, y lo más importante, haz todo lo posible para crear un patrón de sueño consistente.
19. Empezar algo y no terminarlo
Rompe todos los proyectos en los que estás trabajando en piezas más pequeñas para que no te intimides por el proceso de terminar la tarea. El último 10 por ciento de la tarea siempre llevará el 90 por ciento de tu energía, haz que valga la pena.
20. No admitir tus errores

Negar tus errores o culpar a otros por tus problemas no hará nada por mejorar tu vida o ayudarle a otros a alcanzar sus metas. Reconoce tus errores para que puedas aprender de ellos y seguir adelante.

Publicado en: http://cesarduarte.pe/

martes, 1 de octubre de 2013

¿Podemos modificar hábitos con la formación?


¿Podemos modificar hábitos con la formación?

Escrito por José Luis Sánchez-Ramade Moreno. Publicado en Gestión
Podemos modificar hábitos con la formación
Nuestro reto como formadores está no sólo en proporcionar las herramientas sino también en hacer seguimiento
En 1936 una distinguida señora de Ulm, Alemania, se acercó al eminente físico Albert Einstein diciéndole: Señor Einstein: ¿qué debo hacer para que mi hijo sea listo? A lo que Einstein respondió: que lea cuentos.
La señora algo perpleja y pensando que el gran sabio estaba despistado y no se había enterado, repreguntó: quería decir, para que mi hijo sea muy listo. Y el sabio sentenció: pues que lea muchos cuentos.
Tomo prestada esta anécdota einsteiniana porque viene como anillo al dedo para reflexionar sobre uno de los retos más interesantes con el que nos enfrentamos las organizaciones cuando hablamos de formación: ¿cómo modificar hábitos y comportamientos?
El excelente libro de Charles Duhigg, "El poder de los hábitos", nos ilustra sobre el bucle común en todos ellos: señal-rutina-recompensa.
Se produce una señal que dispara una necesidad, se pone en marcha la rutina que se desarrolla como hábito y, al final, se obtiene la deseada recompensa.
El problema se produce cuando la rutina que desarrollamos es perniciosa y nos conduce a hábitos perjudiciales que arraigan en nosotros y son difíciles o muy difíciles de extirpar.
Por ejemplo, inquietud (señal), encender un cigarro (rutina), liberar tensión (recompensa).
Siendo conscientes que en la ecuación del bucle anterior, las variables señal y recompensa permanecen constantes, la
clave está en, una vez se produce la señal, modificar la rutina intermedia que desarrollamos para obtener la recompensa.
Si nos centramos en la formación y el desarrollo de actitudes de management, comerciales o comunicación, la situación no es muy diferente.
Veamos varios ejemplos del día a día:
Pereza para abordar una tarea difícil (señal), abro el correo electrónico y me enzarzo con él (rutina), pospongo la realización de la tarea desagradable y me distraigo (recompensa momentánea porque la tarea al final deberá realizarse en el último minuto).
Necesito causarle buena impresión a un cliente (señal), durante la entrevista lo interrumpo y no escucho (rutina), demuestro mis conocimientos (recompensa aparente ya que el cliente no se siente escuchado).
Nerviosismo antes de una presentación importante (señal), me refugio detrás del mobiliario que pueda haber en la sala (rutina), me protejo de las posibles "agresiones" de los asistentes (recompensa aparente).
Si somos capaces de modificar esa rutina intermedia perniciosa y sustituirla por una nueva más eficaz ya tenemos el primer paso andado.
Entonces ¿cómo modificar los hábitos que nos perjudican y desarrollar nuevas formas de comportamiento?
Las empresas de formación tenemos que trabajar sobre tres aspectos esenciales.
Primero, ayudar a descubrir a los participantes su punto de partida y la secuencia de comportamiento, la rutina que ellos ponen en marcha para enfrentar el tópico de management, ventas o comunicación que se trate.
Citando a Lincoln "Sólo podemos mejorar si somos conscientes de nuestro estado actual concreto".
En segundo lugar, desarrollar la nueva secuencia de comportamiento, la nueva rutina que seguida paso a paso, va a sustituir a la anterior.
¿Qué pasos tengo que dar para planificar y definir prioridades, para salvar una objeción, para conducir una entrevista de evaluación, para comunicar una decisión, para defender un precio....?
Trabajar con los participantes a la hora de presentar la secuencia de comportamiento y discutir y reflexionar con ellos sobre los pros y/o contras de hacerlo de una forma u otra.
El tercer paso es el más costoso porque ahora se trata de interiorizar la nueva rutina que en muchos casos tiene que sustituir una adquirida desde hace mucho tiempo.
¿Cómo hacerlo?
Es aquí donde enlazamos con Einstein y si el recomendaba leer libros, las rutinas y los hábitos se cambian practicando. ¿Y si el hábito a cambiar es muy fuerte? Practicando mucho más.
Nuestro reto como formadores está, no sólo en proporcionarle a los participantes en los cursos las herramientas y la metodología para que creen nuevas rutinas de comportamiento, sino también en concretar con
ellos planes de acción y hacer seguimiento de la puesta en práctica.
"No pain no gain", sin dolor y esfuerzo no hay recompensa.
Si el lector es aficionado al deporte lo entenderá con un ejemplo clarificador.
Entre 25 y 30 es el número de repeticiones que un niño tiene que trabajar un movimiento o fundamento de baloncesto bien enseñado por primera vez para ser capaz de interiorizarlo y ponerlo en práctica de forma mecánica.
Más de 2.000 repeticiones del mismo movimiento son necesarias para desterrar un fundamento mal adquirido y sustituirlo por el movimiento correctamente enseñado.
Por lo tanto, sólo si dejamos de ser exclusivamente formadores para convertirnos en entrenadores que acompañemos durante todas las fases del proceso de aprendizaje, podremos ayudar en el desarrollo e interiorización de nuevos hábitos y comportamientos en las organizaciones.
¿Estamos dispuestos a ello?
José Luis Sánchez-Ramade Moreno
Fuente: http://www.infocapitalhumano.pe
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