miércoles, 14 de enero de 2015

Recursos Humanos: Cuando el Talento entra por la Puerta y después sa...

Recursos Humanos: Cuando el Talento entra por la Puerta y después sa...: Cuando el talento entra por la puerta y después salta por la ventana Imagen de Google 14 enero, 2015 ¿Y si no es lo que esperabas?...

Cuando el Talento entra por la Puerta y después salta por la Ventana

Cuando el talento entra por la puerta y después salta por la ventana

Cuando el talento entra por la puerta y después salta por la ventana
Imagen de Google
14 enero, 2015
¿Y si no es lo que esperabas? Cuantas veces habéis escuchado esto en vuestro entorno. Un familiar, un amigo, conocido que tras su primer día de trabajo, los primeros días o semanas, se desinfla de ilusión y os cuenta “Esto no es lo que esperaba”.
A lo largo del proceso de selección poco a poco vamos idealizando lo que será nuestro nuevo proyecto, nuestra nueva organización, compañeros… fruto de los mensajes que vamos recibiendo. La imagen corporativa, su marca empleadora, las referencias de unos y otros, lo que nos cuentan y muestran los propios reclutadores y al final, valoramos en nuestra cuenta particular, lo que nos llenará este proyecto y si cubrirá nuestras expectativas porque al fin y al cabo son decisiones que sopesamos por miedo a equivocarnos y a dar pasos en balde.
Pues bien eso es lo que les sucedió a Ana y a Martín protagonistas de este post. Tienen algo en común porque ambos apostaron por un nuevo proyecto y con muchísima ilusión se incorporaron convencidos de haber tomado la decisión correcta.  
Ana  me contaba lo ilusionada que estaba porque por fin después de un eterno proceso había sido seleccionada. Recordábamos entre risas la llamada le hicieron en mitad del cine y de cómo entre susurros recibió la buena nueva. Había sido seleccionada para una multinacional líder en su sector y el proyecto realmente le apetecía. Le ofrecían todo lo que ella deseaba: crecer en una organización que apostara por ella, a la que aportar y en la que crecer.
 Y llegó el día. La tarde anterior le llamó su jefe y le comunicó que no podría estar con ella el primer día ya que le había surgido una reunión que no podía mover y que estaba buscando a alguien que pudiera recibirla. Y así fue, tras una larga esperaalguien que ni tan siquiera conocía bajo de forma apresurada a la recepción y la condujo a su puesto. Fue presentada a su equipo y acto seguido le dejaron la memoria anual sobre su mesa, el plan estratégico y un sinfín de documentos para que se fuera poniendo al día. Así que estuvo la mayor parte del día sola. Pocas caras amables se acercaron a ella. Echó en falta un café de bienvenida, compañía para comer en su primer día, dar una vuelta por las instalaciones para situarse e ir conociendo poco a poco al resto de compañeros. Pero no, se sentía como un bicho raro al que todos miraban por los pasillos con extrañeza preguntándose quién sería. Al llegar a casa, su familia le preguntó con mucha ilusión por su primer día y Ana sólo pudo cerrar los ojos y respirar para decir: “Bueno no ha estado mal, mañana será mejor”. Pero no fue así y esta gran empresa se desvaneció ante sus ojos en unos meses por olvidarse de las personas.
  Moraleja
Posiblemente en la empresa de Ana dediquen la mayor parte de sus esfuerzos a políticas de atracción pero se olvidan de la importancia de integrar y fidelizar al talento desde el primer día.¿De qué sirve atraer si después ese talento abandona la compañía porque no se siente “parte de”?
 No existe una segunda oportunidad para causar una primera buena impresiónO acaso ¿no es eso lo que le decimos siempre a los candidatos? Así que ponte manos a la obra y deja de improvisar. Diseña un Plan de Acogida acorde a los valores y cultura corporativa y haz partícipe del mismo a todos. Debemos cuidar tanto la integración social como la integración en el negocio para cerrar el círculo.
 Te aseguro que en ocasiones los pequeños detalles son los que más recordamos y nos llegan. ¿Tal vez una pequeña planta sobre su escritorio?, ¿tal vez esa sensación que deja en el recién incorporado el sentir  que todo estaba listo y preparado? ¿Tal vez esa invitación a comer el primer día? ¿Tal vez un compañero/mentor al que acudir siempre que tenga una duda que resolver? ¿tal vez que todos tus compañeros sepan tu nombre, quién eres, dónde te has incorporado y te saluden por tu nombre cuando se crucen en tu camino?
 Con tu plan de acogida corporativo, conseguirás desarrollar orgullo de pertenencia y engagement desde el primer día, favorecerás un buen clima y fomentarás hábitos positivos entre tus colaboradores, incrementarás su motivación y comunicación, generarás cultura corporativa, reforzarás tu marca como empleador que te permitirá a su vez captar el mejor talento, y por supuesto si clarificas los objetivos y los resultados que esperas de la persona desde el primer día y pones los medios necesarios a su alcance, reducirás costes al incrementar su productividaddesde el minuto 0.   
Lo que le sucedió a Martín quizá os resulte familiar. Trabajaba en una PYME familiar en la que se sentía cómodo y aunque en ocasiones ambicionaba un cambio, la dichosa crisis le frenaba y lo iba posponiendo. Sin saberlo una importante Corporación se fijo en él. Fue tentado y se dejó deslumbrar. No se lo pensó dos veces. Conocía dicha empresa, la seguía en Redes Sociales y desde hace tiempo interactuaba con ella por lo que no le sorprendió demasiado que quisieran conocerle personalmente y que el proceso fuera ágil, al fin y al cabo era como si se conocieran de toda la vida. Precisamente recuerdo una conversación con él hablando de cómo estaba cambiando todo y que ahora las redes eran clave para darte a conocer y trabajar tu empleabilidad.
 Me comentaba que le daba cierta tranquilidad el “llevar ventaja” porque ya sabía de ellos.Pero por contra cuando llegó allí, lo que vio no se correspondía con la imagen que el había idealizado en el 2.0. Ni organización abierta, ni ambiente colaborativo, ni liderazgo compartido…. Nada. Quería aportar, quería crecer… pero no era escuchado. Siguió y siguió hasta que un nuevo proyecto surgió y de nuevo volvió a arriesgarse y entonces sí, decidió cruzar su percepción con la de varios de sus contactos que también conocían la empresa y al final las piezas encajaron y decidió asumir un nuevo cambio que le devolvió la felicidad e ilusión por su trabajo.
 Moraleja
 Cuántas veces no nos ha pasado que al desvirtualizar a alguien nos hemos llevado una ingrata sorpresa y hemos dicho eso de: “se me ha caído un mito”. Pues con las organizaciones ocurre algo similar. No podemos proyectar una imagen que no se corresponde con la realidad, ni pretender ser lo que no somos, ya que se volverá en nuestra contra. Por tanto trabaja sobre una estrategia de employer branding real, que emane desde el interior y que se sustente en el tiempo. Que refleje lo que eres no lo que te gustaría ser. Así que la lógica dice que trabajes de dentro hacia afuera. Que revises el interior de tu organización y construyas la propuesta de valor para el empleado o lo que es lo mismo que definas aquellos atributos que el empleado experimenta y percibe como valor diferencial al trabajar en dicha compañía. Entonces sí, estarás preparado para “gritar” al mundo quién eres, qué haces y por qué trabajar en tu compañía y mostrar el valor diferencial.
Así que sé coherente entre lo que predicas que haces y lo que realmente haces. La imagen empleadora en el 2.0 no se mantendrá eternamente si no es fiel a la realidad. Martín no lo dudó y se fue tras un corto periodo de tiempo. Sin embargo los que deciden permanecer en la empresa, como embajadores se hacen eco de la realidad de lo que viven día a día, provocando un gran desgaste en nuestra marca.
Muchos son los beneficios que obtendrás si desarrollas un buen plan estratégico de employer branding en Medios Sociales, ya que además de atraer talento, lo fidelizarás. Y será talento afín a tu marca y valores y con el tiempo y las buenas prácticas reforzarás aún más tu marca haciendo de ella una marca sólida y apetecible tanto en el mercado laboral y como entre tus clientes.
Lo importante es que seamos conscientes como responsables de la gestión de personas en las organizaciones que toda mala praxis tiene sus consecuencias y que nuestro objetivo no debe de ser otro más que conseguir organizaciones sanas donde el talento entre por la puerta, permanezca con nosotros y no salte por la ventana.
Este post podría continuar porque ¿quién no conoce situaciones similares de las que aprender?. ¿Te animas a contarnos una?
María Jesús Márquez Brox
Publicado en: http://www.talentforyou.es/

martes, 13 de enero de 2015

Recursos Humanos: Kintsukuroi

Recursos Humanos: Kintsukuroi: El kintsukuroi o por qué los conflictos crean mejores equipos El  kintsukuroi  o  kintsugi , que significa «reparación con oro», e...

Kintsukuroi


El kintsukuroi o por qué los conflictos crean mejores equipos


Bol reparado con la técnica kintsukuroi
El kintsukuroi o kintsugi, que significa «reparación con oro», es un arte japonés que consiste en emplear una resina mezclada con polvo de oro para reparar objetos de cerámica rotos. Las grietas resultantes de la ruptura quedan, así, resaltadas al ensamblarse de nuevo con ese valioso material, dando lugar a una estética muy característica.
Más allá de la técnica, lo importante del kintsukuroi es su filosofía: las roturas no se ocultan, sino que se destacan, porque son las que diferencian el objeto y lo hacen único. Lo embellecen porque cuentan su historia, su relación con el entorno y con los acontecimientos. Las grietas nos hablan de fragilidad, sí, pero también de resiliencia, palabra que en psicología se refiere a la capacidad para sobreponerse a situaciones límite.
Es inevitable buscar el paralelismo entre esta idea y nuestra vida cotidiana. Un equipo de trabajo, un grupo de amigos, una familia o una pareja que nunca se han enfrentado a ninguna dificultad pueden funcionar, pero nunca estarán tan cohesionados como aquellos que sí experimentaron malos momentos y supieron sobreponerse a ellos. Hemos oído muchas veces aquello de «salimos reforzados de aquella crisis». Eso ocurre porque a las cualidades que ya tenía el equipo en su forma inicial, una crisis añade otra que era indemostrable antes de la manifestación del conflicto: la capacidad de sus miembros para sobreponerse a los inconvenientes y hacer funcionar esa relación.
Unos compañeros capaces de solucionar una rencilla o una situación de tensión suman puntos: han ido un paso más allá en la demostración de sus capacidades. Además, su relación queda ensalzada con una capa de complicidad: han establecido un vínculo y su relación ya no se parece a una relación recién comenzada, al igual que el jarrón reparado con kintsukuroi pasa a ser único y totalmente distinto del resto de jarrones semejantes. Solo con estas rupturas y reparaciones la relación o el equipo de trabajo pueden madurar y avanzar. Sin situaciones adversas que superar, una relación laboral simplemente se mantendrá como es al principio: nueva, impersonal y fría.
Esto va más allá del simple «aprende de los errores» o «intenta sacar algo positivo de las situaciones negativas». Hablamos del convencimiento de que el equipo no solo se sobrepondrá a la discusión, sino que quedará en mejores condiciones tras ella. Que el hecho de haber vivido un conflicto y haberlo solucionado es una situación más deseable que la de no haber vivido ningún conflicto. Esto es algo que hemos escuchado a menudo referido a las relaciones de pareja: si se hace bien, si la reparación se efectúa, en efecto, de forma valiosa, el resultado será una cohesión mayor que antes de la ruptura.
Hay otras semejanzas entre este arte japonés y las técnicas de resolución de conflictos que se estudian en psicología, gestión de equipos y coaching empresarial que hacen que podamos utilizar su nombre como bella metáfora de la resolución de conflictos laborales. Por ejemplo, el factor de creatividad: el propósito de solucionar algo a través del arte y la creación. La idea de afrontar los problemas(mostrarlos) en lugar de barrerlos debajo de la mesa. La aceptación de que no todo depende de ti y de que estás expuesto a circunstancias externas que influirán en tus planes. El manejo de las emociones que nacerán en ti durante el conflicto y después del mismo. La disposición para resolvercomo contrapunto a la crítica destructiva que solo presenta problemas sin respuesta. La comprensión profunda del problema, que queda, con esta técnica, perfectamente delimitado.
Pero ¿Qué pasaría si en lugar de utilizar barniz de resina espolvoreado con oro intentamos reparar las piezas de otra manera, por ejemplo con plastilina? O, lo que es lo mismo (en un lenguaje menos metafórico) si el conflicto no se resuelve adecuadamente y se dejan rencores sin aclarar? Correríamos el riesgo de que el jarrón se volviera a romper. ¿Y cómo podemos asegurarnos de que la reparación es la correcta? Pues invirtiendo en team building, cosa que nos asegurará que no queden grietas y nos reportará beneficios a medio y largo plazo.
Y una última reflexión: ¿tendría un jarrón reparado por el método kintsukuroi la misma poesía si la rotura fuera intencionada, si se hiciera pedazos de forma forzada solo para lucir después la reparación? Quiero creer que no, que entonces se perdería algo de ese aura, porque el resultado no encerraría una historia verdadera detrás. De la misma forma, si en un equipo de trabajo hay personas tóxicas que buscan activamente los conflictos, la reparación será parcial y el resultado no será óptimo: habremos perdido la magia que solo nos otorga el desarrollo natural de los acontecimientos.
Escrito por Isabel Garzo
Publicado en: http://amazonia-teamfactory.com/
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